Siempre quise tener mi vehículo propio, aunque mi papá insistía darme uno, nunca acepté. Siempre he creído que la mejor satisfacción personal es tener por sacrificio propio las cosas. Todo mundo me decía que adquiera los típicos vehículos de las marcas competidoras que ya las conocemos. Pero yo quería algo diferente, único, que sea una mezcla de confort y de tecnología. Cuando un día paso un vehículo semi deportivo que me impactó y dije, quiero uno así. No tenía el dinero en el momento pero dije voy averiguar, SI ES PARA MÍ, ES PARA MÍ. Tenía registrado el contacto en mi mail de una asesora automotriz de Ambacar. La llame y me dijo tenga fe que si el destino quiere ese carro será suyo. Y a la semana recibí la llamada diciéndome que estaba ya todo listo el carro será mío. Un magnífico
HAVAL M4 me estaría esperando para ser retirado. Apenas colgué el teléfono varías lágrimas salieron de mis ojos, lágrimas de orgullo, satisfacción, de logro y bendición.
Rafael Francisco Silva Lima